La crisis
financiera y las regulaciones marcan el legado económico de Obama
Josh
Zumbrun
(19-Ene-2017).-
El presidente estadounidense, Barack Obama, llegó a la Casa Blanca en medio
de una crisis financiera en la que los despidos se multiplicaban. Ahora, deja
su cargo cuando los mercados bursátiles rondan sus máximos históricos y la
economía ha creado empleos durante 75 meses consecutivos.
Su legado económico, sin embargo, es opacado por un prolongado período de
crecimiento anémico, escasa productividad laboral y la expansión más moderada
desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los economistas e historiadores
debatirán el legado de Obama durante décadas, pero la conclusión final
probablemente dependerá de los siguientes aspectos:
La crisis financiera
Cuando Obama asumió la presidencia, la economía perdía 700.000 empleos al
mes. La crisis de los créditos hipotecarios subprime, que empezó en 2007, ya
había derribado a los bancos de inversión Bear Stearns y Lehman Brothers además
de la aseguradora American International Group, entre otras víctimas. El
presidente saliente, George W. Bush, había comenzado el rescate del sistema
financiero, pero la economía se estaba deteriorando. Obama lanzó un plan de
estímulo fiscal de US$1 billón y despachó al secretario del Tesoro, Timothy
Geithner, para que utilizara los fondos y las facultades otorgadas por la ley
de rescate con el fin de estabilizar el sistema financiero. Por su parte, el
presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, quien fue designado por Bush,
inyectó un torrente de estímulo monetario sin precedentes. Alguna combinación
de fuerzas puso fin a la crisis.
Un indicador para evaluar la respuesta de Obama a la situación es el
propuesto por la economista Carmen Reinhart, quien, junto con Kenneth Rogoff,
escribió el libro Esta vez es distinto, que documenta que las crisis
financieras requieren largos períodos de recuperación caracterizados por un
crecimiento magro y un alto desempleo. En su estudio más reciente, Reinhart,
que enseña en la Universidad de Harvard, analizó 63 crisis bancarias
importantes en las economías desarrolladas durante los últimos 150 años.
Encontró que el producto económico per cápita demora seis años en recuperarse
tras una crisis de esta naturaleza y en 43% de los casos hay una segunda
recesión.
A juzgar por este indicador, la recuperación del producto per cápita
estadounidense después de seis años fue promedio. EE.UU., en todo caso, tuvo un
desempeño muy superior al de buena parte de Europa, donde más de la mitad de
los países que sufrieron una crisis sistémica aún no se recuperan.
Los costos y beneficios de la agenda reguladora
El sistema bancario se había estabilizado para mediados de 2009 y el
gobierno de Obama volcó su atención hacia las amplias reformas de los sistemas
de salud y financiero, además de un esfuerzo para reducir las emisiones de
dióxido de carbono. En el proceso, el total acumulado de páginas del Código Federal
de Regulación aumentó de unas 160.000 durante el gobierno de Bush a 180.000,
según Steven Davis, de la Universidad de Chicago.
Más estadounidense accedieron a un seguro de salud, pero las primas
aumentaron. El efecto de la ley de salud en el empleo es ambiguo. Algunos
detractores sostienen que partes de la legislación incentivan la contratación
de trabajadores a medio tiempo.
Compensaciones parecidas ocurrieron en el ámbito financiero. Las relaciones
de capital en los seis mayores bancos de EE.UU. casi se duplicaron desde la
crisis financiera y los problemas que aquejan a Europa no han cruzado el
Atlántico, una señal de los beneficios que brinda el nuevo marco regulatorio.
De todos modos, se ha dificultado el acceso al crédito, en especial en el caso de
las pequeñas empresas y las personas con baja calificación crediticia.
“Cuando el gobierno también controlaba el Congreso, tenemos que asumir que
vimos sus mejores ideas y principales prioridades”, dice Glenn Hubbard, ex
presidente del Consejo de Asesores Económicos durante el gobierno de Bush.
Hubbard sostiene que las regulaciones redujeron el crecimiento en un momento en
que Obama debió haberse concentrado en iniciativas que elevaran la expansión a
largo plazo.
La batalla sobre la política fiscal
En las elecciones legislativas de 2010, el Partido Republicano obtuvo el
control de ambas cámaras del Congreso, lo que dio inicio a una era marcada por
el estancamiento de la política fiscal, que incluyó un enfrentamiento sobre el
límite de la deuda que llevó a la calificadora de riesgo Standard &
Poor’s a rebajar la calificación de la deuda de EE.UU. y el “cierre” del
gobierno durante varias semanas en 2013.
Cuando el desempleo era alto, Obama y el Congreso instauraron políticas de
austeridad, lo opuesto a las recomendaciones de la mayoría de los economistas,
que provocaron un daño inmediato a una economía débil sin abordar los problemas
de largo plazo de la deuda. Cálculos del centro de estudios Brookings
Institution sugieren que los recortes de presupuesto redujeron el crecimiento
económico entre uno y dos puntos porcentuales entre 2011 y 2014. Si la economía
se hubiese expandido otros dos puntos porcentuales en este período, el producto
general sería US$1 billón más alto en la actualidad.
Asignaturas pendientes
La economía que hereda Donald Trump tiene desafíos de largo plazo. Además
de los problemas fiscales, Fannie Mae y Freedie Mac, dos entidades que son
clave en el mercado inmobiliario estadounidense, siguen en poder del gobierno y
su futuro es incierto.
Al igual que en muchas economías avanzadas, la productividad se ha
estancado y ha crecido apenas 1,2% en los últimos ocho años, alrededor de la
mitad del promedio de posguerra. A ello hay que sumar que 18,5% de los
estadounidenses en edad productiva no están trabajando y ni siquiera buscan
empleo, un alza frente a 15% de 2000 y 17% a comienzos del gobierno de Obama.
“Tuvimos una recuperación, pero no una gran recuperación”, dice Jeffrey
Sachs, economista de la Universidad de Columbia.
Libreta de calificaciones
La economía de EE.UU. durante la presidencia de Barack Obama es a menudo
comparada con la de sus predecesores en la Casa Blanca. Otra forma de evaluar
su desempeño es cotejarlo con el de otras economías desarrolladas durante los
últimos ocho años.
Cantidad de años, desde 2009 a 2016*, en los que EE.UU. quedó rezagado o
superó a cada país del G-7 en indicadores clave. Cada caja representa un año.
Variación real del PIB
Años en que otro país creció más
|
Años en que EE.UU. creció más
|
|
Canadá
|
4
|
4
|
Reino Unido
|
3
|
5
|
Alemania
|
3
|
5
|
Francia
|
1
|
7
|
Japón
|
1
|
7
|
Italia
|
0
|
8
|
Aumento o pérdida de productividad
Otro país ganó productividad más rápido
|
EE.UU. ganó productividad más rápido
|
|
Reino Unido
|
5
|
3
|
Alemania
|
4
|
4
|
Japón
|
4
|
4
|
Canadá**
|
2
|
4
|
Francia
|
2
|
6
|
Italia
|
1
|
7
|
Empleos ganados o perdidos
Otro país añadió empleos más rápido
|
EE.UU. añadió empleos más rápido
|
|
R. Unido
|
5
|
3
|
Canadá
|
4
|
4
|
Alemania
|
4
|
4
|
Francia
|
2
|
6
|
Japón
|
2
|
6
|
Italia
|
1
|
7
|
Tasa de desempleo
Otro país registró una menor tasa
|
EE.UU. registró una menor tasa
|
|
Alemania
|
8
|
0
|
Japón
|
8
|
0
|
Canadá
|
5
|
3
|
Reino Unido
|
4
|
4
|
Italia
|
3
|
5
|
Francia
|
2
|
6
|
*Las cifras de 2016 son estimaciones. **Las cifras de productividad de
Canadá de 2015 y 2016 no estaban disponibles
Fuentes: Perspectivas de la economía mundial del FMI, oct. de 2016 (PIB,
empleos); Moodys Analytics (productividad)
Andrew Van Dam y Josh Zumbrun
THE WALL STREET JOURNAL.
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